Optimismo en la Casa Blanca

SOBRE LA DESCAPITALIZACIÓN POLÍTICA DE HILARY CLINTON, LA GEOESTRATEGIA ENERGÉTICA DE LA CASA BLANCA Y LA RECESIÓN ESPERADA EN E.E.U.U.

Una vez iniciada la última fase del programa de reconstrucción de la infraestructura petrolera de Irak, resulta imperativo para la Casa Blanca garantizar el continuo suministro del crudo iraquí que desde 1992 se redujo a una producción marginal de 400 mil barriles diarios, y que hoy día esperan, alcance la capacidad de producción de 1991 (3,14 MMbd), limitando el poder de negociación de la OPEP y, en consecuencia, de sus países miembros.

Es así como el gobierno de Washington encuentra ahora la necesidad de garantizar la seguridad en las líneas iraquíes de producción y transporte marítimo a través del golfo Pérsico hasta el estrecho de Ormuz; además de “abrirse paso” hacia el nor-occidente de Irak en busca de vías marítimas de menor riesgo a través de Turquía, Siria, Siria-Líbano y/o Siria-Israel.

El esfuerzo económico y financiero que exige la seguridad de la infraestructura reconstruida y del transporte marítimo del producto son señales de una inminente operatividad de la industria petrolera de Irak, donde sólo la determinación de precios más bajos en el mercado mundial petrolero, traducidos en menores costos de producción y transporte para la economía estadounidense, podría compensar el costo político que en apariencia derivan las últimas decisiones de la Casa Blanca en su geoestrategia energética.

Pareciera entonces que los demócratas enfrentan un juego que podría dificultarles la carrera electoral para el 2008. Por un lado, negar los recursos militares solicitados por el Presidente de los EEUU difícilmente contribuya con la reanimación de la economía y así, con la reducción de los desequilibrios internos; situación que podría descapitalizar políticamente al partido demócrata y a su candidata electoral, en su prematura postulación. Por otro lado, la aprobación de los recursos militares podría implicar para el mismo partido el riesgo político de la reanimación económica, a menos de dos años para las elecciones.

En tal sentido, corresponde a los demócratas mantener un doble juego: el electoral, de cara a la población, y otro con el gobierno republicano, a puerta cerrada.

No es fácil asegurar lo que se está negociando a cambio de aprobar el envío 21 mil efectivos militares a Irak. No obstante, la necesidad de este contingente, otorga al partido demócrata un poder de negociación para alcanzar la presidencia en el año 2008; y, paradójicamente, la necesidad de que el crudo iraquí comience a fluir hacia Occidente, concede el poder al partido republicano para negociar la candidatura demócrata y la continuidad de la geoestrategia energética en el Medio Oriente, pero entonces, bajo la visión y supervisión del partido demócrata.

Pensar en lo anterior como una posibilidad parece poco probable. Sin embargo, algunas de las premisas se originan de la política exterior del gobierno de Bill Clinton para las repúblicas ex-soviéticas del mar Caspio:

· Intento de acceder a las reservas petroleras;
· Campaña diplomática para la apertura a las inversiones occidentales;
· Aprobación de nuevas rutas de exportación desde el Caspio hasta los mercados de Occidente;
· Plan para transportar petróleo desde Azerbaiyán hasta Turquía ( Bakú-Tiblisi-Ceyhan);
· Firma del acuerdo regional en Turquía para la construcción del oleoducto B-T-C.

Finalmente, lo gracioso de todo esto está en imaginar que la ex-primera dama demócrata es la mejor opción electoral del partido republicano.
17/02/2007